El equipo más dominante de los últimos años parece estar enfrentando una de sus etapas más complejas desde que alcanzó la cima. Aunque Max Verstappen sigue siendo un contendiente directo por el título —a solo 8 puntos del líder del campeonato—, el ambiente dentro de Red Bull Racing se ha tornado denso, con reuniones internas de emergencia, falta de correlación en los datos y declaraciones que revelan un creciente nivel de frustración.
Todo comenzó tras el GP de Bahréin, cuando Helmut Marko, Christian Horner, Paul Monaghan y Pierre Wache se reunieron de manera improvisada tras una actuación decepcionante. Aunque desde Red Bull insisten en minimizarlo, muchos medios lo calificaron como una “reunión de crisis”.
“Si te sientas con tus ingenieros y discutes la carrera, yo no describiría eso como una cumbre de crisis”,
respondió Christian Horner al ser consultado por Sky Sports F1 en Jeddah.
Pero la urgencia y el hecho de que este tipo de encuentros no sean habituales, sugiere que algo serio está ocurriendo.
¿Qué está fallando? La desconexión entre la simulación y la realidad
Más allá del lenguaje diplomático, el propio Horner reconoció algo clave: la pérdida de correlación entre las simulaciones y el rendimiento real del RB21 en pista. Esto es grave. Muy grave. Significa que el equipo está desarrollando soluciones en base a datos que no reflejan lo que el auto realmente hace sobre el asfalto.
Durante la FP1 en Jeddah, Verstappen solo pudo ser noveno y Yuki Tsunoda décimo, lo que encendió aún más las alarmas. Se argumentó que la sesión no era representativa —por el horario— y que los viernes se corre con modos de motor más bajos. Pero en FP2, aunque Verstappen fue tercero, aún estaba a un cuarto de segundo de los McLaren.
“Todavía no está donde quiero que esté”,
comentó Verstappen, dejando en claro que no está conforme con el comportamiento del RB21.
La raíz del problema: un túnel de viento obsoleto
Red Bull sigue culpando al viejo túnel de viento como principal fuente de problemas. Horner lo describe con ironía como:
“Una reliquia de la Guerra Fría”.
Y no exagera. El túnel, con décadas de historia, tiene limitaciones estructurales importantes. Sus paredes de hormigón no permiten un aislamiento térmico efectivo, lo que lo hace vulnerable a las fluctuaciones meteorológicas. Esto afecta la consistencia del flujo de aire, una variable crítica para el desarrollo aerodinámico.
Aunque Red Bull anunció en 2023 la construcción de un nuevo túnel, el daño ya está hecho: el equipo ha perdido confianza en sus herramientas, y eso se traduce en improvisación en pista, cambios de configuración sin base sólida y una sensación creciente de descontrol técnico.
Verstappen impaciente, el entorno expectante
Mientras tanto, el ambiente dentro del equipo se vuelve más tenso. La victoria de Max en Japón parece más una excepción que una señal de recuperación. La falta de consistencia entre sesiones, la inestabilidad del auto y la poca previsibilidad en el comportamiento del RB21 indican que el problema es profundo.
“Los vicios del auto solo cuestan fracciones de segundo”,
dice Horner, pero en un deporte donde una décima define campeonatos, esas fracciones marcan la diferencia entre la gloria y el desastre.
La situación también alimenta rumores sobre el futuro del neerlandés, quien tiene cláusulas de rendimiento en su contrato. Si la situación no mejora, y otros equipos como McLaren o Ferrari siguen reduciendo la brecha, los buitres podrían comenzar a volar en círculos.
La pregunta final: ¿está Red Bull en crisis?
La palabra “crisis” ha sido cuidadosamente evitada por los altos mandos, pero la realidad es terca. Las reuniones de urgencia, la pérdida de correlación técnica, las limitaciones estructurales y la creciente impaciencia de su piloto estrella son síntomas claros de un equipo que ya no respira con normalidad.
Y aunque aún están ganando puntos y siguen en la pelea por el campeonato, todo indica que Red Bull está en un punto de inflexión. Si no solucionan rápido sus problemas técnicos y estructurales, lo que hoy es una alerta amarilla podría transformarse en una crisis a gran escala.
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