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En un deporte tan exigente como la Fórmula 1, donde cada milisegundo cuenta, la escudería Williams se enfrenta a uno de los mayores desafíos de su historia reciente: transformar por completo su infraestructura tecnológica y cultural para volver a competir al más alto nivel. Aunque el arranque de la temporada 2025 ha sido positivo en pista, el equipo de Grove sigue lidiando con herramientas de desarrollo anticuadas que limitan su verdadero potencial.
Así lo explicó su director, James Vowles, en una serie de declaraciones reveladoras sobre el estado actual del equipo: “Diría que tenemos algunas características en el coche que todavía no están al nivel adecuado. No creo que tengamos el equilibrio que deberíamos tener para los pilotos, y estamos un poco acorralados en algunas de las herramientas que estamos utilizando en este momento.”
Desde que asumió el mando, Vowles ha estado trabajando arduamente para renovar procesos internos, como reemplazar antiguas hojas de cálculo de Excel por sistemas más modernos y eficientes. Williams ha sido además un firme defensor del límite de gasto de capital escalonado en la F1, lo que permitiría a equipos con menos recursos mejorar sus instalaciones sin romper la equidad financiera. Sin embargo, no será hasta el coche de 2028 cuando el equipo empiece a cosechar el impacto real de estas inversiones, aunque ya se ven avances importantes. “Lo que me complace es que esta dirección de avance debería continuar con un poco más de mejoras en 2026”, afirmó Vowles.
Pero el cambio no es solo tecnológico. El verdadero motor de esta transformación es cultural. Vowles ha impulsado una nueva mentalidad colaborativa en todo el equipo, una que prioriza la comunicación y el uso de indicadores de rendimiento (KPI) medibles, como el tiempo y coste de construcción de un alerón delantero, o la eficiencia del túnel de viento. “Realmente, el secreto detrás de esto es sólo conseguir que la gente hable entre sí y un poco de infraestructura que te permita trabajar también un poco más eficientemente”, dijo. El objetivo es ambicioso: aumentar de forma constante la ganancia en milisegundos por semana y convertir esa mejora en resultados tangibles en la pista.
En un deporte en constante evolución, Williams no solo quiere mantenerse vigente, quiere reinventarse. Vowles es claro: el éxito futuro dependerá del control de datos, del uso inteligente de la tecnología y de una cultura organizacional que mire siempre hacia adelante. “Es difícil para los aficionados entender por qué estamos haciendo esto, pero nuestros objetivos giran en torno a la introducción de infraestructura, tecnología, sistemas, KPI internos […] Todos esos son los KPI que luego te impulsan hacia el material del campeonato. Y los resultados en pista no son más que una consecuencia de ello”, puntualizó. Williams está sembrando hoy para cosechar un mañana competitivo y sostenible, y aunque el camino es largo, la dirección es clara.
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